16.10.2010 - 08:55h"Guatemala es el país más rico dentro de la lista de los países con más hambre del mundo."
Me lo cuenta en una entrevista José Luis Vivero, coordinador en Centroamérica de Acción contra el Hambre. Con esta ONG hemos recorrido, durante dos días, algunas de las comunidades donde trabajan para detectar y tratar los casos de desnutrición infantil. Ahora están en un proyecto de emergencia y su objetivo es la desnutrición aguda.
Hay dos tipos de desnutrición. Una es la crónica y otra es la aguda. La crónica no mata, pero me asegura José Luis que es "una cadena perpetua". Si un niño no recibe durante los dos primeros años de su vida una alimentación adecuada las secuelas son para toda la vida. Y en la mayoría de los casos esa "desnutrición" comienza desde que el niño es un feto, porque es muy frecuente que las madres guatemaltecas con hijos desnutridos estén también desnutridas.
Un niño desnutrido crónico es más pequeño física e intelectualmente. En Guatemala casi uno de cada dos niños tienen este problema. ¿Consecuencias? Aparte de las individuales- que son muy importantes- la general es que ahora mismo este país tiene hipotecado su futuro.
La desnutrición aguda es temporal. Aparece en los meses que faltan alimentos. Generalmente se une a la desnutrición crónica y sus resultados son más dramáticos. "La desnutrición aguda no es una cadena perpetua, es una sentencia de muerte porque si hace severa con complicaciones te puedes morir." (José Luis Vivero)
Decimos desnutrición y lo asociamos enseguida a pobreza. Es una realidad, pero no la única. En el caso de Guatemala hay que sumar una "carencia de cultura alimentaria". Comen poco y mal y el gobierno no invierte en ellos. Guatemala tiene la tasa de recaudación de impuestos más baja de América Latina y eso significa que tiene muy pocos fondos "que dedicar" a la pobreza.
Estos son los datos: en Guatemala el 49% de los niños están desnutridos. Esa es la media nacional. Pero si viajamos por el corredor seco -que es donde estuvimos- el porcentaje puede dispararse hasta el 80%.
Las cifras son duras, pero no tanto como ver a los niños. Sonríen, pero les cuesta. Algunos -los que se encuentran más desnutridos- tienen caras de ancianos. Y me asegura José Luis Vivero que sería mucho más rentable para el gobierno guatemalteco acabar con la desnutrición crónica que convivir con ella.
Dentro de los 6 proyectos que tiene Acción contra el Hambre en estos momentos en Guatemala (90.030 beneficiarios) uno de ellos está dedicado a diagnosticar y poner tratamiento a los niños -entre 6 meses y 5 años- que sufren desnutrición aguda. Recorren 42 comunidades y una vez al mes miden y pesan a los pequeños en riesgo. Lo más difícil es convencer a las madres -si su hijo está muy mal- que le lleven al hospital. Es curioso, pero muy pocas reconocen que su hijo puede estar enfermo. Algunas incluso confían más en los curanderos y otras -si su niño tiene muy mal aspecto- no lo sacan de sus casas para que nadie les vea. Por eso los líderes comunitarios son muy importantes. Ellos son el nexo entre los médicos y la gente del pueblo.
María Ignacia Lorenzo es una mujer que todavía no ha cumplido 50 años. Parió 14 hijos, pero "solo 7 se me lograron", es decir, sobrevivieron. Nos asegura que ahora las madres están mucho mejor, que en su época no había ayuda. No es consuelo, pero según esta mujer, ahora tienen más esperanzas.
En la última parte de la entrevista con José Luis Vivero me dice algo que es elemental, pero que muchas veces no se tiene en cuenta:
"Comer no sólo es una necesidad física, sino que es un derecho humano, igual que el derecho a la libertad de prensa, igual que el derecho a que no te torturen, a la libertad de asociación o a la libertad de culto."
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