LA CIUDAD RECUPERA LA TRANQUILIDAD DESPUES DE LOS ATENTADOS DE NOVIEMBRE
Texto de Tomás Álvarez Fotografías de Andrés Campoy
Bombay es la mayor ciudad de la India, capital económica de este inmenso país, Es una ciudad que encierra lugares de encanto, magníficos edificios de la época de dominación inglesa y los suburbios más miserables del mundo.
La ciudad se ubica sobre un grupo de islas que pertenecieron en el siglo XVI a los portugueses. En el XVII pasaron a control británico, y el lugar fue creciendo a medida en que se convertía en la Puerta de la India para el gran imperio colonial
El impulso definitivo llegó cuando hubo problemas de aprovisionamiento del algodón de Norteamérica, y la urbe se transformó en la nueva terminal de esta industria textil.
Hoy Bombay es una megalópolis que se ha extendido hacia arriba (abundan los rascacielos) y hacia el norte ocupando una extensión que tiene unos 60 kilómetros de largo. Sesenta kilómetros caóticos, en los que abunda la miseria más dolorosa.
La ciudad, capital del cine, tiene también una dura red mafiosa. En ella confluyen diversas religiones. Las mayoritarias son el hinduismo y el islamismo.
Hay una importante minoría cristiana y otros grupos. El más curioso es el de los parsis, religión que procede de Persia, es el residuo de la religión de Zoroastro, refugiado aquí por el empuje musulmán.
Los parsis son unos 100.000 y ocupan una posición privilegiada en la ciudad por su nivel de riqueza.
Edificio administrativo junto a la estación Victoria Bombay es la mayor ciudad de la India, capital económica de este inmenso país, Es una ciudad que encierra lugares de encanto, magníficos edificios de la época de dominación inglesa y los suburbios más miserables del mundo.
La ciudad se ubica sobre un grupo de islas que pertenecieron en el siglo XVI a los portugueses. En el XVII pasaron a control británico, y el lugar fue creciendo a medida en que se convertía en la Puerta de la India para el gran imperio colonial
El impulso definitivo llegó cuando hubo problemas de aprovisionamiento del algodón de Norteamérica, y la urbe se transformó en la nueva terminal de esta industria textil.
Hoy Bombay es una megalópolis que se ha extendido hacia arriba (abundan los rascacielos) y hacia el norte ocupando una extensión que tiene unos 60 kilómetros de largo. Sesenta kilómetros caóticos, en los que abunda la miseria más dolorosa.
La ciudad, capital del cine, tiene también una dura red mafiosa. En ella confluyen diversas religiones. Las mayoritarias son el hinduismo y el islamismo.
Hay una importante minoría cristiana y otros grupos. El más curioso es el de los parsis, religión que procede de Persia, es el residuo de la religión de Zoroastro, refugiado aquí por el empuje musulmán.
Los parsis son unos 100.000 y ocupan una posición privilegiada en la ciudad por su nivel de riqueza.
Estación Victoria
Entrada lateral a la estación Victoria
Puesto típico de artículos de regalo
Fachada del edificio de correos
Andamiaje de una obra hecho con cañas de bambú atadas con sogas
Un barbero trabajando en plena calle
Hay dos Bombay.
El del extremo sur es una ciudadela en la que perviven edificios de calidad, de la época británica, con una sociedad que tiene un buen nivel de renta. La bahía de Marine Drive tiene aires de lugar de veraneo de occidente; en el entorno de Malabar Hill hay suntuosas edificaciones palaciegas...
Pero el Bombay del norte es distinto. Poco a poco se van entrando en las zonas de más miseria y contaminación. Hasta llegar a los slums miserables donde viven los sin nada, los millones de marginados por la lepra o por la carencia absoluta.
Y en una y otra Bombay la contaminación. Las playas no son recomendables. El agua está sucia, negruzca, con altísimos niveles de contaminantes. El aire está cargado de basura. Aún antes de bajar del avión llega el olor a basura... y ese olor no desaparece nunca, aunque el viajero, en el segundo día, va dominando las nauseas de respirar tal aire...
El aeropuerto está en una zona media. Al salir de él, el viajero queda asombrado por los millares de carromatos de tres ruedas, que hacen la función de taxis. A medida que se avanza hacia el sur verá que van desapareciendo. En la ciudad rica no se viaja en carromato. Está prohibido su acceso.
En la descripción de la ciudad vamos a centrarnos en diversas zonas, que son claves, y a referirnos a los principales monumentos, aunque el viajero debe dedicar también un par de días para visitar la Isla Elefanta y –si puede- extender su vista a Ajanta y Ellora, dos recintos clave del arte del subcontinente.
La parte sur tiene unos excelentes lugares típicos, abundan los templos de las diversas religiones. Y la parte norte debe ser también conocida, para quedarnos también con los aspectos duros de la miseria del continente.
Hay zonas típicas como la Juhu Beach, zona de playa en la que se suceden diversos hoteles, y en la que pasen siempre abundante gente, que no suele meter el pie en el agua por miedo a la contaminación.
Pero a medida que se avanza se entra en el norte más degradado. Al lado de la calle, generalmente sin aceras, se acumula la suciedad. Ante los edificios se han instalado chabolas y tenderetes miserables. En algún basural se ven unas vacas o unos cerdos mordiendo cualquier cosa menos verdura.
De vez en cuando aparece algún arroyo... pero en la estación seca no lleva agua, solo lleva mierda, orines y alguna agua de cloaca. En él se acumulan las basuras, que sólo desaparecerán cuando llegue la estación de las lluvias y arrastre todo hacia el mar. Al viajero occidental le sorprenderá ver, al atardecer, como en cualquier lugar; en un arcén, en la mediana de una autovía, una mujer con tres niños de corta edad se acurruca sobre el suelo y se tumba, abrazada a sus criaturas, y tapada con su propia ropa y algún girón de plástico mugriento, negruzco.
El del extremo sur es una ciudadela en la que perviven edificios de calidad, de la época británica, con una sociedad que tiene un buen nivel de renta. La bahía de Marine Drive tiene aires de lugar de veraneo de occidente; en el entorno de Malabar Hill hay suntuosas edificaciones palaciegas...
Pero el Bombay del norte es distinto. Poco a poco se van entrando en las zonas de más miseria y contaminación. Hasta llegar a los slums miserables donde viven los sin nada, los millones de marginados por la lepra o por la carencia absoluta.
Y en una y otra Bombay la contaminación. Las playas no son recomendables. El agua está sucia, negruzca, con altísimos niveles de contaminantes. El aire está cargado de basura. Aún antes de bajar del avión llega el olor a basura... y ese olor no desaparece nunca, aunque el viajero, en el segundo día, va dominando las nauseas de respirar tal aire...
El aeropuerto está en una zona media. Al salir de él, el viajero queda asombrado por los millares de carromatos de tres ruedas, que hacen la función de taxis. A medida que se avanza hacia el sur verá que van desapareciendo. En la ciudad rica no se viaja en carromato. Está prohibido su acceso.
En la descripción de la ciudad vamos a centrarnos en diversas zonas, que son claves, y a referirnos a los principales monumentos, aunque el viajero debe dedicar también un par de días para visitar la Isla Elefanta y –si puede- extender su vista a Ajanta y Ellora, dos recintos clave del arte del subcontinente.
La parte sur tiene unos excelentes lugares típicos, abundan los templos de las diversas religiones. Y la parte norte debe ser también conocida, para quedarnos también con los aspectos duros de la miseria del continente.
Hay zonas típicas como la Juhu Beach, zona de playa en la que se suceden diversos hoteles, y en la que pasen siempre abundante gente, que no suele meter el pie en el agua por miedo a la contaminación.
Pero a medida que se avanza se entra en el norte más degradado. Al lado de la calle, generalmente sin aceras, se acumula la suciedad. Ante los edificios se han instalado chabolas y tenderetes miserables. En algún basural se ven unas vacas o unos cerdos mordiendo cualquier cosa menos verdura.
De vez en cuando aparece algún arroyo... pero en la estación seca no lleva agua, solo lleva mierda, orines y alguna agua de cloaca. En él se acumulan las basuras, que sólo desaparecerán cuando llegue la estación de las lluvias y arrastre todo hacia el mar. Al viajero occidental le sorprenderá ver, al atardecer, como en cualquier lugar; en un arcén, en la mediana de una autovía, una mujer con tres niños de corta edad se acurruca sobre el suelo y se tumba, abrazada a sus criaturas, y tapada con su propia ropa y algún girón de plástico mugriento, negruzco.
Un grupo de Españoles en la Puerta de la India
Hotel Taj Mahal
Hotel Taj Mahal
Anexo al hotel Taj Mahal
Esta es una sociedad injusta, y a esa injusticia colaboran las ideas religiosas que distribuyen ya a la población en castas y que siembran en ella un conformismo demoledor. Quien tiene lepra está resignado. Piensa que es así porque es la reencarnación de alguien que en su vida cometió vilezas... y purga el sufrimiento sin pensar que esto no es un hecho inexorable, sino una enfermedad.
Algunas organizaciones caritativas ayudan a sobrellevar este drama. La ONG española ANESVAD, por ejemplo, está haciendo una excelente labor en barrios como Borivoli, ayudando a los leprosos, a los niños sin hogar, a los hambrientos.
ANESVAD colabora con Alert India en un programa de detección precoz de la lepra (el 80 por ciento de los leprosos del mundo están en la India);con las hermanas de la caridad de Santa Ana en la recogida de niños sin hogar y en el reparto de alimentos, y con el equipo del doctor Salafia, un humanitario médico italiano, en la atención humanitaria y un hospital para operar a los leprosos. Ahora tiene un proyecto para atender a los niños que quedan solos en Bombay por causa del SIDA. También colabora con un centro, unos cien kilómetros más al norte, regentado por las hermanas de Helpers of Mary, que atiende leprosos y gentes afectadas del SIDA.
Es una bella fuente de caridad en medio de la desesperanza. Por cierto, que en Bombay, con el 2 por ciento de población cristiana, las organizaciones cristianas realizan en torno al 50 por ciento de la labor humanitaria de la gran urbe. Hay gente maravillosa en esta tarea.
Algunas organizaciones caritativas ayudan a sobrellevar este drama. La ONG española ANESVAD, por ejemplo, está haciendo una excelente labor en barrios como Borivoli, ayudando a los leprosos, a los niños sin hogar, a los hambrientos.
ANESVAD colabora con Alert India en un programa de detección precoz de la lepra (el 80 por ciento de los leprosos del mundo están en la India);con las hermanas de la caridad de Santa Ana en la recogida de niños sin hogar y en el reparto de alimentos, y con el equipo del doctor Salafia, un humanitario médico italiano, en la atención humanitaria y un hospital para operar a los leprosos. Ahora tiene un proyecto para atender a los niños que quedan solos en Bombay por causa del SIDA. También colabora con un centro, unos cien kilómetros más al norte, regentado por las hermanas de Helpers of Mary, que atiende leprosos y gentes afectadas del SIDA.
Es una bella fuente de caridad en medio de la desesperanza. Por cierto, que en Bombay, con el 2 por ciento de población cristiana, las organizaciones cristianas realizan en torno al 50 por ciento de la labor humanitaria de la gran urbe. Hay gente maravillosa en esta tarea.
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