Benedicto XVI abre brecha en la secular cerrazón de la Santa Sede ante el uso de profilácticos para combatir enfermedades de transmisión sexual
21.11.10 - 00:43 -
En un libro de entrevistas que saldrá publicado este martes, el Papa Benedicto XVI admite que «puede haber casos particulares» en los que el uso del preservativo esté «justificado». Matizó, sin embargo, que «la humanización de la sexualidad» es el único camino para «derrotar la infección del HIV». 'L'Osservatore Romano', diario afín al Vaticano, extractó ayer algunas opiniones que el Papa vierte en el libro 'Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y las señales del tiempo', firmado por el periodista y escritor alemán Peter Seewald. «Puede haber casos particulares justificados; por ejemplo, cuando una prostituta usa un profiláctico», dice el Papa.
«Y esto puede ser un primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar nuevamente la consciencia del hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que uno desea».
A su juicio, simplificar la sexualidad en el uso del profiláctico significa «banalizarla», y ésta representa «el peligroso motivo por el que tantas y tantas personas no ven en la sexualidad la expresión de su amor sino sólo una suerte de droga que se suministran ellos mismos». El Papa envía dos mensajes: aceptar el uso del preservativo para evitar miles de muertes en los países del tercer mundo, pero que este uso no se convierta en una disculpa para «trivializar las relaciones sexuales». Benedicto XVI es inflexible en un concepto: «El amor y el sexo han de ser complementarios».
Más flexible
A la pregunta concreta de «¿está la Iglesia católica en contra de la utilización de los preservativos?», el Papa responde: «En algunos casos, cuando la intención es reducir el riesgo de contagio, puede estar justificado, puede ser un primer paso para abrir la vía a una sexualidad más humana, más humanizada». El papa alemán Joseph Ratzinger, de 83 años, se convierte en el primer pontífice que no se muestra inflexible en un asunto muy controvertido, tanto por los que se posicionan a favor del Vaticano como los millones de católicos que piden que el uso del preservativo no sea un pecado. La Iglesia, hasta el día de hoy, había prohibido toda forma de contracepción. Sólo admitía la abstinencia como método para combatir las enfermedades de transmisión sexual. En marzo de 2009, el papa Ratzinger -considerado por buena parte de los analistas como un Papa de ideología conservadora- encendió la mecha en un viaje a Camerún y Angola al declarar que la utilización de preservativos «agravaba» el problema del sida.
A lo largo del libro -consta de 18 capítulos y 284 páginas- Seewald pregunta al pontífice sobre numerosos asuntos, como la pedofilia, el celibato, la ordenación de mujeres o las relaciones de Occidente con el Islam. En cuanto a los clérigos pederastas, el Papa dice que no le «pilló del todo de sorpresa», pero lo que le «conmocionó» fue el número de implicados y la dimensión que alcanzó la noticia. La evidencia, sin embargo, no le hizo volver la cabeza. Al contrario: supo pedir perdón con dignidad.
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