La NASA ya ha proyectado una nave para volver al satélite, mientras la agencia rusa Roscosmos habla de establecer una base permanente allí
19.07.09 - JULIO ARRIETA/ La Verdad
Todo el mundo sabe que Neil Armstrong fue el primer ser humano que caminó en la Luna, hace 40 años, pero casi nadie recuerda que Eugene A. Cernan fue el último. Ocurrió el 19 de diciembre de 1972, cuando el comandante del Apolo 17 volvió al interior de su módulo lunar para regresar a la Tierra. Cernan y su piloto, Harrison H. Jack Schmitt, dejaron una placa que decía «Aquí el hombre culminó su primera exploración de la Luna», que daba a entender que el programa Apolo era sólo el principio y que aquella despedida era un punto y aparte. Sin embargo, durante cuatro décadas los vuelos tripulados se han desarrollado en las cercanías orbitales de la Tierra y nadie ha vuelto a nuestro satélite. Pero ahora, cuando se celebra el cuarenta aniversario de la hazaña de Armstrong, Aldrin y Collins, la Luna vuelve a ser el objetivo de una nueva carrera espacial que enfrenta de nuevo a los viejos antagonistas, los rusos y los estadounidenses, con la incorporación de un nuevo participante oriental.
Son tres los principales competidores en esta segunda vuelta. La NASA, la rusa Roscosmos y la agencia espacial de la República Popular China. De los tres sólo los estadounidenses tienen un proyecto consolidado en marcha para regresar a la Luna. Se trata del programa Constellation, cuyo objetivo es desarrollar una nueva generación de vehículos espaciales que puedan sustituir a los caducos transbordadores, alcanzar nuestro satélite natural e incluso el planeta Marte. Esta iniciativa, puesta en marcha durante la última administración Bush y con un presupuesto estimado de 150.000 millones de dólares, deja a un lado el diseño de avión espacial de los shuttles como el Atlantis y el Endeavour y recupera el modelo tradicional de cohete tripulado, el mismo en el que se basaban los Mercury, los Gemini y los Apolo de los años 50 y 60 del siglo pasado. Se trata de un lanzador en cuya cúspide va montada la nave. En el caso de los Apolo, el cohete era un gigantesco Saturno 5 en cuya tercera etapa se alojaban la cápsula de mando y el módulo lunar. El nuevo sistema será más complejo y requerirá el uso de dos cohetes para cada viaje: el Ares I y el Ares V.
El lanzador Ares I para vuelos tripulados alcanzará los 99 metros de alto, 43 más de los que mide un transbordador montado en su dispositivo de lanzamiento. La base será un propulsor de combustible sólido reutilizable como los que flanquean el gran depósito ventral de los shuttles. Sobre este primer piso se montará una segunda fase equipada con un motor parecido a los del Saturno 5 y una cápsula, la Orion, capaz de transportar de cuatro a seis astronautas. La Orion ha sido descrita como «un Apolo con esteroides» y de hecho es una versión mejorada y tres veces más grande que sus antecesoras. Tiene la clásica forma de proyectil, con una cabina cónica que podrá usarse en hasta diez viajes, un módulo cilíndrico de servicio y los motores.
El módulo lunar viajará aparte. Estará alojado en lo alto del segundo lanzador, el Ares V, de 116 metros de altura, que será el cohete más potente construido jamás por la NASA. Equipado con dos impulsores de combustible sólido reutilizables como los de los transbordadores espaciales, tendrá capacidad para poner en órbita hasta 188 toneladas de equipamiento.
El nuevo módulo lunar se llama Altair. Es cinco veces más grande que el usado por Neil Armstrong y Buzz Aldrin en su histórico viaje de 1969. Con las patas desplegadas y posado en la Luna tendrá una altura de 9,7 metros. Al igual que su antecesor, se dividirá en dos partes, la sección inferior o de aterrizaje y la sección de ascenso, en la que irá alojada la tripulación, hasta cuatro astronautas. La parte de abajo se quedará en la Luna y podrá usarse como primer módulo de una futura base permanente. El Altair tendrá muchísima más autonomía que los módulos lunares de las misiones Apolo y podrá alunizar en los polos del satélite.
Sistema seguro
Este complejo sistema será, según afirma la NASA, diez veces más seguro que el de los transbordadores espaciales, que serán retirados el año que viene. En los cohetes Ares, la cabina de la tripulación no sufrirá daños causados por piezas desprendidas durante el despegue al encontrarse en lo alto de la estructura. A eso se sumará que la cápsula Orion contará con un dispositivo de emergencia que la lanzará despedida si se registra el menor problema durante el despegue. A diferencia de las Apolo, las Orion no amerizarán, sino que tomarán tierra frenadas con paracaídas, como hacen habitualmente las cápsulas Soyuz rusas.
En teoría todo este sistema debería estar listo para llevar astronautas de regreso a la Luna en junio de 2019 y establecer una base permanente allí en torno a 2024. El principal obstáculo es la crisis mundial. Las vacas flacas también llegan al espacio. Barack Obama ha manifestado menos ánimo astronáutico que su predecesor republicano y ha ordenado revisar el programa Constellation con el ahorro de costes como criterio principal. Cernan podría seguir siendo el último paseante lunar durante más tiempo del previsto.
Al igual que George Bush, Vladimir Putin se ha mostrado entusiasmado con recuperar el viejo concepto de la conquista del espacio. El ahora primer ministro y ex presidente ruso ha asegurado en más de una ocasión que la agencia espacial Roscosmos se verá libre de los achuchones económicos gracias a ingentes inyecciones de dinero. El presupuesto del programa espacial para este año ha alcanzado los 1.822 millones de euros, siete veces más que el año pasado.
Para llegar a la Luna, Rusia necesita un nuevo modelo de nave espacial que sustituya a sus clásicas Soyuz. Se trata del PPTS (iniciales de Perspectivnaya Pilotiruemaya Transportnaya Sistema). Esta nueva nave transportará a seis cosmonautas, será recuperable, podrá reutilizarse hasta diez veces y aterrizará verticalmente con motores en vez de paracaídas. En principio se usará para servir a la Estación Espacial Internacional y será una versión más avanzada la que viajará a la Luna.
Según explicó en abril un portavoz de Roscosmos, «la nueva nave será lanzada desde el nuevo cosmódromo Vostochni, en la provincia del Amur (lejano oriente ruso) y comenzará a construirse en 2010. El primer vuelo no tripulado sería efectuado en 2015 y tres años después ya volarían los cosmonautas». Se han aventurado varias fechas para el alunizaje ruso. Según la agencia Novosti, los cosmonautas llegarán a la Luna en 2025, y se construirá una base permanente allí entre 2027 y 2032. El siguiente paso será llegar a Marte a partir de 2035. Sin embargo, los ingenieros rusos tienen todavía muchos deberes por hacer. Además de la nueva nave, necesitan desarrollar su propio módulo lunar y un nuevo cohete lanzador, el equivalente ruso a los Ares de la competencia.
EN NUESTRO SATÉLITE
Los hombres lunares: Entre julio de 1969 y diciembre de 1972 doce hombres pasearon por la Luna. Todos eran estadounidenses. El primero fue Neil Armstrong y el último Eugene Cernan, comandante del 'Apolo 17'.
Presencia rusa: Aunque los soviéticos no pudieron enviar cosmonautas a la Luna, sus logros con ingenios automáticos fueron espectaculares e incluyeron el envío de dos 'rovers' teledirigidos llamados 'Lunokhods' (1970 y 1973) que recorrieron decenas de kilómetros por la superficie lunar.
Otros visitantes: La Agencia Espacial Europea, India, China y Japón también han alcanzado la Luna con sus sondas.
India también se apunta: ISRA, la agencia espacial de India, proyecta enviar a la Luna un vehículo todo terreno automático en 2012
19.07.09 - JULIO ARRIETA/ La Verdad
Todo el mundo sabe que Neil Armstrong fue el primer ser humano que caminó en la Luna, hace 40 años, pero casi nadie recuerda que Eugene A. Cernan fue el último. Ocurrió el 19 de diciembre de 1972, cuando el comandante del Apolo 17 volvió al interior de su módulo lunar para regresar a la Tierra. Cernan y su piloto, Harrison H. Jack Schmitt, dejaron una placa que decía «Aquí el hombre culminó su primera exploración de la Luna», que daba a entender que el programa Apolo era sólo el principio y que aquella despedida era un punto y aparte. Sin embargo, durante cuatro décadas los vuelos tripulados se han desarrollado en las cercanías orbitales de la Tierra y nadie ha vuelto a nuestro satélite. Pero ahora, cuando se celebra el cuarenta aniversario de la hazaña de Armstrong, Aldrin y Collins, la Luna vuelve a ser el objetivo de una nueva carrera espacial que enfrenta de nuevo a los viejos antagonistas, los rusos y los estadounidenses, con la incorporación de un nuevo participante oriental.
Son tres los principales competidores en esta segunda vuelta. La NASA, la rusa Roscosmos y la agencia espacial de la República Popular China. De los tres sólo los estadounidenses tienen un proyecto consolidado en marcha para regresar a la Luna. Se trata del programa Constellation, cuyo objetivo es desarrollar una nueva generación de vehículos espaciales que puedan sustituir a los caducos transbordadores, alcanzar nuestro satélite natural e incluso el planeta Marte. Esta iniciativa, puesta en marcha durante la última administración Bush y con un presupuesto estimado de 150.000 millones de dólares, deja a un lado el diseño de avión espacial de los shuttles como el Atlantis y el Endeavour y recupera el modelo tradicional de cohete tripulado, el mismo en el que se basaban los Mercury, los Gemini y los Apolo de los años 50 y 60 del siglo pasado. Se trata de un lanzador en cuya cúspide va montada la nave. En el caso de los Apolo, el cohete era un gigantesco Saturno 5 en cuya tercera etapa se alojaban la cápsula de mando y el módulo lunar. El nuevo sistema será más complejo y requerirá el uso de dos cohetes para cada viaje: el Ares I y el Ares V.
El lanzador Ares I para vuelos tripulados alcanzará los 99 metros de alto, 43 más de los que mide un transbordador montado en su dispositivo de lanzamiento. La base será un propulsor de combustible sólido reutilizable como los que flanquean el gran depósito ventral de los shuttles. Sobre este primer piso se montará una segunda fase equipada con un motor parecido a los del Saturno 5 y una cápsula, la Orion, capaz de transportar de cuatro a seis astronautas. La Orion ha sido descrita como «un Apolo con esteroides» y de hecho es una versión mejorada y tres veces más grande que sus antecesoras. Tiene la clásica forma de proyectil, con una cabina cónica que podrá usarse en hasta diez viajes, un módulo cilíndrico de servicio y los motores.
El módulo lunar viajará aparte. Estará alojado en lo alto del segundo lanzador, el Ares V, de 116 metros de altura, que será el cohete más potente construido jamás por la NASA. Equipado con dos impulsores de combustible sólido reutilizables como los de los transbordadores espaciales, tendrá capacidad para poner en órbita hasta 188 toneladas de equipamiento.
El nuevo módulo lunar se llama Altair. Es cinco veces más grande que el usado por Neil Armstrong y Buzz Aldrin en su histórico viaje de 1969. Con las patas desplegadas y posado en la Luna tendrá una altura de 9,7 metros. Al igual que su antecesor, se dividirá en dos partes, la sección inferior o de aterrizaje y la sección de ascenso, en la que irá alojada la tripulación, hasta cuatro astronautas. La parte de abajo se quedará en la Luna y podrá usarse como primer módulo de una futura base permanente. El Altair tendrá muchísima más autonomía que los módulos lunares de las misiones Apolo y podrá alunizar en los polos del satélite.
Sistema seguro
Este complejo sistema será, según afirma la NASA, diez veces más seguro que el de los transbordadores espaciales, que serán retirados el año que viene. En los cohetes Ares, la cabina de la tripulación no sufrirá daños causados por piezas desprendidas durante el despegue al encontrarse en lo alto de la estructura. A eso se sumará que la cápsula Orion contará con un dispositivo de emergencia que la lanzará despedida si se registra el menor problema durante el despegue. A diferencia de las Apolo, las Orion no amerizarán, sino que tomarán tierra frenadas con paracaídas, como hacen habitualmente las cápsulas Soyuz rusas.
En teoría todo este sistema debería estar listo para llevar astronautas de regreso a la Luna en junio de 2019 y establecer una base permanente allí en torno a 2024. El principal obstáculo es la crisis mundial. Las vacas flacas también llegan al espacio. Barack Obama ha manifestado menos ánimo astronáutico que su predecesor republicano y ha ordenado revisar el programa Constellation con el ahorro de costes como criterio principal. Cernan podría seguir siendo el último paseante lunar durante más tiempo del previsto.
Al igual que George Bush, Vladimir Putin se ha mostrado entusiasmado con recuperar el viejo concepto de la conquista del espacio. El ahora primer ministro y ex presidente ruso ha asegurado en más de una ocasión que la agencia espacial Roscosmos se verá libre de los achuchones económicos gracias a ingentes inyecciones de dinero. El presupuesto del programa espacial para este año ha alcanzado los 1.822 millones de euros, siete veces más que el año pasado.
Para llegar a la Luna, Rusia necesita un nuevo modelo de nave espacial que sustituya a sus clásicas Soyuz. Se trata del PPTS (iniciales de Perspectivnaya Pilotiruemaya Transportnaya Sistema). Esta nueva nave transportará a seis cosmonautas, será recuperable, podrá reutilizarse hasta diez veces y aterrizará verticalmente con motores en vez de paracaídas. En principio se usará para servir a la Estación Espacial Internacional y será una versión más avanzada la que viajará a la Luna.
Según explicó en abril un portavoz de Roscosmos, «la nueva nave será lanzada desde el nuevo cosmódromo Vostochni, en la provincia del Amur (lejano oriente ruso) y comenzará a construirse en 2010. El primer vuelo no tripulado sería efectuado en 2015 y tres años después ya volarían los cosmonautas». Se han aventurado varias fechas para el alunizaje ruso. Según la agencia Novosti, los cosmonautas llegarán a la Luna en 2025, y se construirá una base permanente allí entre 2027 y 2032. El siguiente paso será llegar a Marte a partir de 2035. Sin embargo, los ingenieros rusos tienen todavía muchos deberes por hacer. Además de la nueva nave, necesitan desarrollar su propio módulo lunar y un nuevo cohete lanzador, el equivalente ruso a los Ares de la competencia.
EN NUESTRO SATÉLITE
Los hombres lunares: Entre julio de 1969 y diciembre de 1972 doce hombres pasearon por la Luna. Todos eran estadounidenses. El primero fue Neil Armstrong y el último Eugene Cernan, comandante del 'Apolo 17'.
Presencia rusa: Aunque los soviéticos no pudieron enviar cosmonautas a la Luna, sus logros con ingenios automáticos fueron espectaculares e incluyeron el envío de dos 'rovers' teledirigidos llamados 'Lunokhods' (1970 y 1973) que recorrieron decenas de kilómetros por la superficie lunar.
Otros visitantes: La Agencia Espacial Europea, India, China y Japón también han alcanzado la Luna con sus sondas.
India también se apunta: ISRA, la agencia espacial de India, proyecta enviar a la Luna un vehículo todo terreno automático en 2012
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